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Celebración de los cuarenta años de la fundación del Bund llevada a cabo por el grupo bundista en México. México, 2 de diciembre de 1937, Archivo particular Lily Sheinman.
ensayo
La alternativa bundista
Lengua, autonomía e identidad
POR Tamara Gleason Freidberg

Parte central de los imaginarios socialistas de inicios del siglo pasado, el Bund fue un movimiento judío que, a través del idish, intentó construir formas de articulación comunitaria contrapuestas a la vías sionista y comunista. Su estela llega hasta el México de mediados del siglo XX.

Movimientos innovadores judíos

A finales del siglo XIX, el judaísmo de Europa se vio influido por el espíritu de cambio reinante en el continente. Los principales cambios consistían en la urbanización, la industrialización, la masificación de la educación y la politización de las diferencias económicas. Junto con ellos se estaba dando un movimiento de secularización que dio por resultado el surgimiento de nuevas ideologías que luchaban por la justicia social, la autonomía cultural y la liberación nacional [1].

Los judíos de Europa del Este no se quedaron al margen de estos movimientos, sino que adaptaron ideologías como el socialismo, el comunismo y el nacionalismo a su situación específica [2]. Innovaron y desarrollaron nuevos movimientos con la finalidad de resolver sus problemas. 

Durante el siglo XVIII en Alemania ya se había dado un proceso de secularización judía llamado Haskole, pero con los cambios y propuestas de fines del siglo XIX este movimiento se fragmentó en posturas opuestas: la autonomía cultural de la diáspora contra el sionismo [3]. Los movimientos de autonomía cultural de la diáspora veían al idish de una forma totalmente diferente: [4] como un elemento importante que constituía a los judíos como nación, como un puente serio hacia la modernización y un vehículo para expresar la creatividad judía. Der Yidisher Arbeter Bund in Rusland un Poyln fue uno de estos movimientos de autonomía cultural diaspórica [5] que dio al idish un papel muy importante. 

El Bund

Gertrud Pickhan plantea que las reformas del zar Alejandro II, la consecuente modernización del mercado económico y las crecientes diferenciaciones de clases, inclusive entre los propios judíos, fueron condiciones para que se desarrollara el movimiento de trabajadores judíos en el Imperio Ruso. Estas reformas habían llevado a la diferenciación social y de clase entre los propios judíos. En este proceso de formación de clases un nuevo movimiento laboral se empezó a crear. 

El centro de este movimiento fue Lituania, debido a que ahí la participación de los judíos en la manufactura era mucho más elevada que en otras zonas. Desde 1880 se habían organizado en esta región círculos de educación marxista para trabajadores en los cuales se reunían obreros judíos con otros judíos de la intelligentsia que, por ese entonces, se denominaban trabajadores de la Haskole

Para 1890, estos obreros judíos que trabajaban en industrias ya habían organizado huelgas que promovían la consolidación y la difusión de la conciencia de clase entre ellos. Igualmente habían formado el Zhargonishe Komitet, comité que se dedicaba a difundir literatura en idish entre los trabajadores. Algunos de sus miembros formarían después parte del Bund. Por otra parte, en Lituania, los trabajadores judíos estaban más seguros de sí mismos, lo cual estaba muy ligado a la reivindicación a su lengua materna [6]. En este contexto efervescente y reivindicador nació el Bund

En 1897 un grupo de trece hombres y mujeres reunido en Lituania formó Der Yidisher Arbeter Bund in Lite, Poyln un Rusland (Bund), una liga para enfrentar con el socialismo los problemas de los obreros judíos e inclusive llegar a una revolución social [7] . Después de constituida la liga, ésta logró obtener un gran número de adeptos y se constituyeron como partido. Se vincularon con otras ligas, congresos y partidos. Llegaron a participar en el Partido Social Democrático de los Trabajadores Rusos, surgido en 1898. Los bundistas buscaron siempre mantenerse como una organización autónoma y consiguieron serlo al tiempo que participaban en distintos congresos [8].

En Polonia, en el periodo de Entreguerras, el partido llegó a cobrar mucha fuerza. Su éxito se debió, en parte, a la situación tanto política como social, donde el partido luchaba por los derechos de los trabajadores judíos, los cuales se veían afectados por el antisemitismo, la explotación y la ignorancia [9]. Para la década de 1920, formaron diversas instituciones o asociaciones que brindaban apoyo a los trabajadores al tiempo que lograban su cohesión por medio del sentimiento de pertenencia al partido. Las principales eran Skif (organización de niños bundistas), Tsukunft (organización de adolescentes bundistas), Morguenstern (organización bundista del deporte), Medem (sanatorio para prevenir la tuberculosis) y la organización de mujeres [10]. También establecieron comedores para trabajadores y escuelas para educarlos. 

Según Jack Jacobs, el éxito del Bund se debió a que sus organizaciones fomentaban ideas y valores que diferían de los divulgados por las instituciones polacas católicas y de los valores de las autoridades religiosas judías, además de que eran un movimiento de contracultura que convencía a jóvenes y niños [11].

Fue en el Imperio Ruso donde el partido del Bund había desarrollado su propuesta de autonomía cultural, la cual estaba sumamente vinculada a su forma de ver la identidad judía secular. Después, dicha propuesta fue llevada a Polonia donde los bundistas procuraron la autonomía, ya no por medio de la exigencia política, sino con un cambio de estrategia: mediante la formación de organizaciones judías fuertes. El Bund propuso un nacionalismo autónomo judío a través de organizaciones, con las que los judíos podrían desarrollarse más libremente con sus propios valores. Al mismo tiempo, buscaban conciliar esta propuesta con una conciencia de clase. 

La importancia del idish y de defender su identidad

Durante su desarrollo, el Bund fue estableciendo una postura frente a la cuestión nacional y por tanto en cuanto al idish. Un poco antes de su nacimiento, algunos grupos socialistas judíos habían buscado la unión de todo el proletariado y, por lo mismo, un lenguaje supraétnico para todos los trabajadores. La actitud antisemita les hizo ver que a los judíos no se les había asignado ningún futuro como entidad etnocultural entre los proletarios y que no eran bienvenidos en los centros urbanos. 

El Bund tomó una posición definida ante esta situación y, desde su inicio, se abocó a tratar de resolver los problemas de los trabajadores judíos [12]. Probablemente este rechazo también reforzó u ocasionó que algunos socialistas judíos se empezaran a ver no sólo como un grupo étnico-cultural discriminado, sino como una nación. 

A su vez, muchos judíos empezaron a considerar posible el florecimiento del socialismo junto con la cultura idish, entendida como la cultura idish secular. Esta idea se empezó a desarrollar antes de la Primera Guerra Mundial y cobró una impresionante fuerza en el periodo de Entreguerras [13].

Pienso que darse cuenta de que el idish era la lengua de los trabajadores ayudó a los bundistas a justificar la importancia del idioma y a proponer la autonomía. Mantener y dignificar su lengua era una forma más de honrar a los proletarios, al tiempo que la autonomía les daría la posibilidad de organizarse. La mayoría de los bundistas sentían que el idish era una lengua que les pertenecía y en la que podían conservar su identidad: Emmanuel Nowogrodski, militante del Bund en Polonia de Entreguerras y posteriormente radicado en Estados Unidos, plantea que el Bund en Polonia estaba muy relacionado con la cultura idish y no podía negarla, al mismo tiempo que ellos se iban percatando de que las masas judías pertenecían también a la cultura idish. De hecho, algunos líderes tuvieron por lengua materna el ruso, pero al entrar en contacto con las “masas” se dieron cuenta de que la cultura idish “debía ser defendida” [14].

Es importante destacar que a veces los lenguajes están asociados con otros marcadores de identidad como la religión, el mito, los vínculos de parentesco y la territorialidad. Pero, en algunos casos, el lenguaje ha servido como sustituto de esos marcadores [15]. Esto se debe a que el idioma es la herramienta por antonomasia para entender el mundo. 

Los bundistas, que habían rechazado la religión y lo que ésta conllevaba, la sustituyeron como marcador identitario por una cultura secular, cuyo vehículo de transmisión era el idish. Como lengua judía, [16] el idish les ayudaba a mantener sus elementos culturales, al tiempo que les permitía innovarse. Así, “construyeron”, mediante la lengua, al nuevo hombre secular judío. Éste mantenía su identidad por medio de una cultura secular al tiempo que luchaba por conquistar valores universales (socialistas). 

Junto con la propuesta de que el idish y su cultura enriquecían al socialismo, se empezó a plantear la importancia de defender a las culturas de la asimilación, la cual, para los bundistas, era producto del capitalismo y consecuencia de que una nación dominara a las otras. El Bund empezó a considerar la autonomía nacional cultural como una solución a este problema. 

Bund. Sotzialistishe Yugnt-Bibliotek, Undzer Lid. Grafia, Varsovia 1928. 63pp.

La propuesta de autonomía nacional

Fue en el Cuarto Congreso del Bund [17] (mayo de 1901 en Bialystok, Rusia, y después Polonia) que se empezó a discutir más seriamente la autonomía nacional cultural como una solución para las diversas naciones del Imperio Ruso y los problemas de identidad de los judíos rusos, consecuencia de la opresión de la nación dominante. En este congreso, a diferencia de en los congresos anteriores, los bundistas articularon una posición más precisa, la cual fue defendida fervientemente y mucho más atacada por las diversas facciones que las anteriores que hablaban de forma vaga sobre la autodeterminación y los derechos generales [18]. 

Cabe destacar que el grupo bundista se hallaba muy atento a lo que los socialdemócratas estaban llevando a cabo y proponiendo en varias partes del mundo. Las propuestas del exterior eran retomadas y adaptadas a su propia situación. En el Congreso de Brün, celebrado por los socialdemócratas austriacos, los congresistas habían discutido ampliamente el tema de la nacionalidad y llegado a la conclusión de que la autonomía cultural era una solución viable. Los bundistas habían discutido algunas ideas sobre el nacionalismo en el Congreso del Partido Social Democrático de los Trabajadores Rusos. Por esto a su congreso llegaron ya con cierto estudio del tema y una defensa de la autonomía mejor estructurada. 

El tema sobre la cuestión nacional, que había sido discutido quince meses entre los comités, tuvo mucha importancia en la reunión. Algunos propusieron que la única solución para un país multicultural como Rusia era una federación en la que cada nacionalidad tuviera completa autonomía para tratar sus propios problemas. 

La mayoría coincidía en que cada nacionalidad, aparte de sus aspiraciones económicas, civiles, de libertad política y de derechos, tenía aspiraciones basadas en características particulares y afectivas. Éstas eran el lenguaje, las costumbres, la forma de vida y la cultura en general. Propusieron así que dichas características tuvieran la total libertad para desarrollarse [19]. Como se puede apreciar, daban una gran importancia al desarrollo cultural de una nación, porque para ellos era lo que principalmente los constituía como nación. 

Durante las discusiones, los delegados rechazaron cualquier solución al problema nacional basado en la nacionalidad territorial; pensaban que dividir el Imperio Ruso en unidades conllevaría problemas sin solución para las poblaciones mezcladas. La respuesta era la autonomía nacional cultural sin el territorio. 

Las opiniones estuvieron divididas respecto de las acciones que el partido debía emprender: Mark Liber deseaba que se dieran pasos inmediatos en cuanto a la autonomía y decía: “Una vez que reconozcamos el derecho de la libertad nacional y de autonomía de cada nacionalidad y una vez que aceptemos a los judíos como personas, el Bund, que específicamente defiende los intereses del proletariado judío, deberá sin falla, desplegar la autonomía nacional de los judíos como bandera. No deberá de estar satisfecho, como ahora, con demandar derechos iguales en lo civil y político” [20]. Proponía emprender una campaña masiva basada en la cuestión nacional, lo cual despertaría la conciencia política sin lastimar la conciencia de clase. 

Su propuesta contrastaba con la postura moderada que tanto Noah Portnoy como Aaron Weinstein sostenían. Ambos planteaban que el trabajador judío sufría un doble yugo, tanto por ser trabajador como por ser judío. Los trabajadores se podrían liberar de la opresión nacional cuando entendieran las razones de ésta. Por lo tanto, la obligación del Bund era desarrollar la conciencia entre la clase obrera judía de que tenían una nacionalidad y eran oprimidos y procurar que entendieran cómo eran oprimidos. Buscaban que, mediante esta conciencia, aspiraran a acabar con la opresión y a obtener los derechos políticos que permitirían el desarrollo libre del proletariado judío [21]. Ambos proponían desarrollar la conciencia nacional antes de emprender una campaña masiva para conseguirla. La campaña consistiría en educar a las masas judías mediante escuelas y círculos de aprendizaje. 

Como se puede apreciar, el Bund no era un partido monolítico y con una sola opinión. Inclusive durante las discusiones sobre la nacionalidad, algunos plantearon que la propuesta de la nacionalidad debería surgir de los trabajadores, mas no desde arriba, en tanto que otros pensaban que la universalidad del proletariado era más importante y el nacionalismo judío traería discordia con el proletariado cristiano; ellos rechazaban enérgicamente la propuesta de autonomía [22]. 

Dentro de las resoluciones del Congreso, el Bund declaró inadmisible que una nacionalidad dominara a la otra y un lenguaje fuera el dominante. Reconocían que un Estado como Rusia debía ser organizado, en un futuro, en federaciones de nacionalidades con una completa autonomía entre sí. Del mismo modo establecían una cláusula en la cual se aseguraba que el concepto de nacionalidad sí aplicaba al pueblo judío. 

Pese a todas las discusiones que se llevaron a cabo sobre la propuesta de autonomía nacional, el Bund resolvió que, como partido práctico, debía dejar a un lado demandas que no pudieran ser llevadas a cabo en un futuro inmediato, por lo cual solamente lucharían por conseguir la igualdad de derechos sociales y civiles, cuestión que veían como algo viable por el momento. Henry Tobias plantea que tomaron esta resolución en parte porque el apoyo del partido socialista ruso era muy importante para ellos y que establecer la búsqueda de autonomía en un plano político podría meterlos en conflicto con dicho partido. 

Una vez concluido el Congreso, los teóricos del Bund siguieron trabajando sobre el tema de la autonomía nacional. En 1903 decidieron reunirse para preparar las discusiones del quinto Congreso, a éstas asistieron Vladimir Kosowsky, Arkadi Kremer, John Mill, Mark Liber y Vladimir Medem, entre otros. 

En el Quinto Congreso, Medem, influido por Kosowsky, planteó las opciones sobre las nacionalidades y el judaísmo. Puso sobre la mesa las propuestas de otros partidos o movimientos judíos: por una parte, la propuesta nacionalista territorialista y, por otra, la asimilacionista. Medem criticaba a la primera debido a que trataba de difundir el particularismo, mientras que la puesta en práctica de la segunda eliminaría todas las cualidades particulares y únicas de cada nación. Ante esto, él aseveraba que existía una posición neutral que consistía en que cada grupo resolviera sus problemas (autonomía nacional), pero sin territorialidad. Para él lo importante era defender de la asimilación a las nacionalidades oprimidas [23].

Es interesante notar que

los bundistas subrayaban que las soluciones valían para todas las nacionalidades oprimidas y no solamente para la nación judía. En diversas ocasiones afirmaron que la nación judía no era “la elegida” sino que simplemente una más, [24] pero que, al igual que las otras, debía tener el derecho a ser diferente y organizarse de manera libre. 

Ahora bien, ¿a qué se referían los bundistas con los conceptos de autonomía nacional cultural y nacionalismo sin territorialismo? Kosowsky explicó estas posturas en una reunión, que tuvo lugar entre el cuarto y el quinto congreso, cuyo objetivo era discutir y difundir las propuestas del Bund entre las organizaciones del partido que se encontraban en el extranjero. 

En este congreso, Kosowsky planteó que los judíos eran un grupo nacional y tenían derecho a asegurar su continuidad mediante la igualdad cultural y civil. Según esta propuesta, los judíos podían continuar su vida nacional mientras mantuvieran una particular educación, idioma y arte. Estos tres aspectos se conseguirían mediante instituciones organizadas por ellos. Su autonomía radicaba en organizarse y administrarse en cuanto a lo cultural y, en algunas ocasiones, lo legal, si bien los integrantes de las autonomías nacionales debían cumplir las mismas obligaciones civiles (pago de impuestos y demás) que el resto de los ciudadanos. Este nacionalismo no era territorial debido a que buscaba la autonomía de organismos, no de unidades territoriales [25]. 

Debido a que la propuesta de autonomía cultural no territorial era de gran importancia para la ideología bundista, los inmigrantes judíos bundistas viajaron con ella a sus nuevos destinos en donde la promovieron entre las comunidades judías. Las decenas de bundistas que llegaron a México no fueron la excepción. 

Los bundistas y su llegada a México

La migración Ashkenazi (judíos provenientes de Europa Central y Oriental) a México data principalmente de la década de 1920 y hasta 1934 cuando México cerró sus puertas a la migración de judíos y de otras minorías como la asiática y la romaní (mal llamados gitanos), al considerarlos “no asimilables”. La mayoría de los judíos de habla idish que llegó a México buscaba inicialmente emigrar a los Estados Unidos pero se quedaron en el país y empezaron a construir asociaciones e institutos propios. La diversidad de pequeñas asociaciones reflejaba el complejo mapa político e ideológico que había caracterizado a las comunidades judías de Europa del Este.  

Los inmigrantes judíos de izquierda de diferente denominación se agruparon inicialmente en un pequeño grupo, mismo que se dividió conforme más inmigrantes de izquierda llegaron al país y debido a las diferencias ideológicas entre comunistas, sionistas de izquierda y bundistas. En 1941 se fundó en México la organización Guezelshaft far Kultur un Hilf (Sociedad Pro Cultura y Ayuda). Dicha asociación, conformada primordialmente por inmigrantes de orientación bundista, fungió como sede del Jewish Labor Committee (Comité Obrero Judío) de Estados Unidos. En conjunto, ambas organizaciones consiguieron visas para refugiados judíos a México, a pesar de las trabas burocráticas impuestas por el cónsul de México en Marsella que condenaron a muerte a judíos y a otros socialistas no comunistas. A su vez, la Guezelshaft far Kultur un Hilf apoyó al movimiento judío clandestino que operaba en los guetos de Polonia e hizo todo lo posible por difundir las atrocidades del Holocausto entre el público judío y mexicano. 

La organización Guezelshaft far Kultur un Hilf contaba en 1950 con 150 miembros aproximadamente [26]. Fue un grupo ideológico minoritario en la comunidad judía, que sin embargo tuvo un impacto dentro de ella y logró estrechar relaciones con miembros que no se definían como bundistas, si bien compartían algunas ideas o participaban en sus actividades. Como se ha señalado, el grupo bundista rompió con las ligas de identidad tradicionales y propuso una nueva forma de ser judío, que era independiente de la práctica de la religión. Por esto desarrolló nuevas tradiciones y otra forma de identificarse como grupo. 

La mayoría de los que formaron al grupo bundista en México había vivido sus primeros años en un ambiente religioso cuya lengua materna era el idish. Su educación elemental fue en el jeider, escuela religiosa en la que se enseñaba a leer y escribir en hebreo, a hacer los principales rezos y a leer la parasha [27] de la semana. La madre de Moishe Ferdman quería que su hijo se convirtiera en rabino y lo había mandado a una yeshive, [28] donde contradictoriamente entró en contacto con el mundo idish secular [29]. De modo que a su madre las cosas le salieron al revés y terminó con un hijo revolucionario y ateo. Shimen Jezior, por su parte, continuó con su educación religiosa en una yeshive y posteriormente en una casa de estudio jasídica [30] en la que aprendía a conocer a Dios mediante danzas y cantos. 

Fue impresionante cómo dichos niños religiosos pasaron a ser unos jóvenes y adultos sumamente antirreligiosos. El bundismo les dio, además, herramientas teóricas desde el socialismo para describir a la religión como algo enajenante. Sus hijos constatan cómo fue que sus padres no celebraban las fiestas judías, y cuando alguno lo llegaba a hacer no era a la manera tradicional sino como un evento de carácter social o porque sus familiares lo invitaban [31]. La mayoría decidió no casarse por la sinagoga y romper con los compromisos arreglados de matrimonio, uniéndose en ocasiones de manera libre [32]. De hecho, muchas de las parejas bundistas se conocieron en diversos grupos y organizaciones del mismo partido. 

Para pertenecer al grupo bundista era necesario hacer un juramento (Di Shvue) en el que se prometía “lealtad sin fronteras” en la lucha dentro del Bund por un mundo más libre, igualitario y mejor. Dicho juramento parecía ser un rito de paso que marcaba la entrada al movimiento y el inmediato compañerismo (haver) entre bundistas. Su importancia no debe menospreciarse, porque era una ceremonia que iniciaba al recién integrante y lo marcaba sentimentalmente. Así en la mayoría de los artículos sobre las vidas de bundistas que encontré se menciona el juramento como el momento más importante en la vida del personaje, momento clave que definiría su vida como bundista. Para describir la importancia del juramento he decidido citar las palabras (originalmente en idish) del bundista Nachman Aks, quien relata la vida de Yehuda Leyb Leventhal: “...a Leventhal le atrajo la idea socialista y unió su vida al Partido Judío Socialista ‘Bund’, al cual juró lealtad sin fronteras. De ese mismo juramento no se retractó en ninguna letra en toda su vida. Quedó su lealtad y juramento y dio sin mediación ni compromiso una lealtad sin fronteras a la lucha por un mundo más libre, por un mundo socialista, un mundo de hermandad, libertad e igualdad” [33].

Izquierdas en el exilio

Para los bundistas en México era fundamental seguir la tradición de relacionarse con los movimientos socialistas y obreros. En esa época, además, habían llegado muy diversos grupos socialistas, refugiados de las dictaduras europeas. Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas se inició una política de “puertas abiertas”, sobre todo para los republicanos españoles, con quienes los bundistas tuvieron contacto. Gracias a la política de asilo del gobierno de México, llegaron al país exiliados destacados como Julián Gorkin (secretario internacional del Partido Obrero de Unificación Marxista [34]), Marceu Pivert (fundador del Partido Socialista Obrero y Campesino de Francia), Víctor Serge (ex dirigente de la oposición de Izquierda en la URSS), Gustav Regler (ex miembro del Partido Comunista Alemán) y Paul Chevalier (italiano ex comunista). Juntos organizaron el movimiento llamado “Socialismo y Libertad”, que publicó la revista El Mundo y se afilió al Frente Obrero Internacional [35]. A este movimiento, se les unieron otros exiliados, como Jacob Eibrams y Moisés Rubinstein, anarquista y bundista afiliados a la Guezelshaft. Es interesante destacar que dentro de Socialismo y Libertad, ambos promovieron el bundismo. Así, los bundistas en México colaboraron con exilios de izquierda en México traduciendo artículos del idish al español y participando de sus eventos activamente.

Por otro lado, mantuvieron contacto con la izquierda mexicana, entre otros con Vicente Lombardo Toledano, el gran líder obrero. El gran acto de protesta de diciembre de 1942 organizado por la Confederación de Trabajadores de México en protesta en respuesta a los asesinatos de judíos a manos de los nazis fue el más importante ejemplo de colaboración entre los bundistas y Lombardo Toledano. Habían sido precisamente los bundistas quiénes lo alertaron sobre la Solución Final y le propusieron protestar al respecto. 

Di Shvue: el himno viaja a México

El movimiento bundista inventó varios símbolos y canciones que, durante su proceso de desarrollo, fueron una parte importante para desarrollar un sentimiento de pertenencia al partido y la ideología bundista. Sus símbolos y canciones se volvieron herramientas importantes para expresar sus ideales, para esparcir sus creencias y unir al grupo de una forma sentimental. El himno bundista, Di Shvue, fue uno de estos símbolos. Esta canción judía se esparció por todo el mundo con la migración tanto forzada como voluntaria de los bundistas. 

Di Shvue fue escrito en 1902 por el poeta, etnógrafo y escritor de teatro ruso Zanvl Rappoport (también conocido como Shloime Ansky). Se desconoce el origen de la melodía, pero la letra combativa se basa en el juramento bundista e inspiró y exhortó a los judíos a convertirse en miembros leales del Bund para “salvar a los esclavos del capitalismo”. La letra sintetiza las metas del Bund de una forma poética y estremecedora. 

El Bund mexicano en los congresos internacionales y su postura frente al Estado de Israel

Tras la Segunda Guerra Mundial y el exterminio judío en Polonia, donde se encontraba antiguamente el centro del Bund, uno de sus líderes, Emmanuel Nowogrodski, viajó por el mundo con la finalidad de convencer a grupos bundistas de diversos países que se formara el “Bund Coordination Committee”, un frente internacional [36]. Este comité organizó varios congresos mundiales e hizo reuniones para unificar posturas y propuestas. El contenido de los discursos y las propuestas nos ayudarán a entender de qué manera influyeron en el bundismo mexicano, pero también cómo contribuyó el bundismo de México. 

Antes del Segundo Congreso Mundial en Nueva York, en octubre de 1948, el grupo bundista en México decidió reunirse para discutir su postura frente al Estado de Israel [37]. Su resolución se relacionó con lo discutido por el Comité Coordinador Internacional del Bund (del cual formaban parte tanto Jezior como Tuvie Maizel), pero también con sus propias opiniones. 

Son cinco puntos:

el primero establecía que un Estado judío no respondía a la pregunta judía, la cual podía ser resuelta mediante la lucha de las masas para que, junto con los movimientos progresistas, propiciaran un nuevo orden en el mundo, sustentado en la democracia y el socialismo; 

el segundo punto planteaba que el establecimiento del Estado de Israel era necesario debido a las difíciles condiciones de guerra en las que se encontraba dicho yishuv y que era la única forma que tenía de seguir sobreviviendo; el tercero señalaba que se debía apoyar la lucha contra los intrusos que atacaban violentamente a los judíos, porque se peleaba por la existencia de una comunidad, pero que, en cuanto al conflicto con los palestinos, la mejor solución habría sido fundar un solo Estado con dos nacionalidades o una federación árabe-judía. Reconocían, sin embargo, que esta solución era ya imposible y acusaban a ambas partes de chauvinismo y nacionalismo ciego. 

Por su parte, el cuarto punto criticaba duramente la política inglesa colonialista que había propiciado el conflicto. En el quinto y último se declaraba “en contra de cualquier tendencia sionista de movilizar todo y a todos solamente para Medinat-Israel”. Por ello el papel del Bund era “no permitir que el sionismo totalice o monopolice la vida judía”. Para finalizar, el grupo formulaba de manera mesiánica que cuando el socialismo en el mundo sostuviera su victoria sobre el capitalismo se resolverían inclusive los problemas en Medio Oriente. 

Para lograr dicha tarea se necesitaba de la dedicación del Bund, siendo el socialismo no sólo la salvación definitiva (en sus propios términos, geule) sino también la respuesta a la pregunta judía. Esta resolución permite que demos cuenta de que su análisis sobre el conflicto árabe-israelí era más complejo; ellos culpaban a los árabes, a los sionistas y a los británicos, pero señalaban que el problema iba más allá de los tres grupos, pues correspondía al sistema en el que los tres se movían. 

Sin embargo, el problema de los bundistas con los sionistas no se reducía únicamente al ámbito político, ya que la lucha se encontraba en el terreno de la “identidad”. En efecto, lo que se estaba poniendo en juego era “el ser judío” y los elementos que debían formar al “ser judío” y es que en esta lucha ideológica se peleaba por la afirmación de sí mismos. Si la diáspora era reducida al apoyo del Estado de Israel, ellos, los bundistas, quedarían reducidos a la calidad de auxiliares en un proyecto del “verdadero judaísmo”.

La historia del Bund en México nos enseña que hay una gran diversidad de propuestas de identidad judía y ayuda a complejizar narrativas homogeneizadoras sobre las comunidades judías en el mundo y en México. 

Notas: 

[1] Adina Cimet, Jewish Lublin. A Cultural Monograph, Grodzka Gate, Marie Curie-Slodowska University Press, Lublin. 2009, p. 156, y Oxford University Press, Nueva York, 1999, p. 12.

[2] Su situación era diferente a la de los otros habitantes de Europa debido a que los judíos sufrían antisemitismo y discriminación.

[3] El sionismo es la ideología que plantea que los judíos deben de tener su propio territorio nacional político.

[4] El movimiento de la Haskole o Enlightenment veía el idish como una lengua corrompida y al hebreo como una lengua de altura y digna. De ahí que es importante notar que los grupos de autonomía cultural resignificaron el valor del idish y le dieron gran importancia. Véase Joshua A. Fishmann, “The Sociology of Yiddish: A Foreword”, en Never Say Die. A Thousand Years of Yiddish in Jewish Life and Letters, Mouton Publishers, The Hague- Paris-New York, 1981, p. 16.

[5] Con movimiento de autonomía cultural diaspórica me refiero a todos aquellos grupos que pensaban que su judaísmo estaba relacionado con el proceso de vivir en la diáspora y de no tener un territorio político definido.

[6] Gertrud Pickhan, “Yiddishkayt and Class Consciousness: The Bund and its Minority Concept”, en East- European Jewish Affairs, Vol. 39, N° 2, August 2009, p. 250.

[7] Abraham Brumberg, Anniversaries in Conflict: On the Centenary of the Jewish Socialist Labor Bund, Jewish Social Studies. N° 5.3, junio de 1999, p. 197.

[8] Abraham Brumberg, op. cit., p. 198.

[9] Emmanuel Nowogrodski, The Jewish Labor Bund in Poland 1915-1939. From its Emergence as an Independent Political Party until the Beginning of World War II, Markus Nowogrodski(trad.), Shengold, EUA, 2001, pp. 255-264.

[10] Jack Jacobs. Bundist Counterculture in Interwar Poland, Syracuse University Press, yIvo Institute for Jewish Research , Nueva York, 2009, 185p.

[11] Ibídem, p. 101.

[12] Joshua A. Fishmann, op. cit., p. 17.

[13] Ibídem, pp. 17-18.

[14] Emmanuel Nowogrodski, op. cit.

[15] William Safran, “Nationalism”, en Handbook of Language & Ethnic Identity, Joshua A. Fishman (ed.). Oxford University Press, Nueva York, 1999

[16] Se ha dicho que es una lengua judía debido a que las palabras, los adjetivos y las expresiones remiten directamente a la cultura judía. Es interesante notar que la palabra idish puede significar el idioma y el adjetivo referente a lo judío. Ejemplo: a idishe froi quiere decir: una mujer judía.

[17] Desde su fundación, los miembros celebraron congresos periódicos para decidir los lineamentos del movimiento.

[18] Henry Tobias. “The Reassessment of the National Question”. En Essential Papers on Jews and the Left, Ezra Mendelsohn (ed.), New York University Press, Nueva York, 1997, p. 107.

[19] Ibídem. p. 102. El autor sacó esta cita de un reporte del Congreso.

[20] “Once we recognize the right of national freedom and autonomy for each nationality and once we accept the Jews as a people, the Bund, which specifically defend the interests of the Jewish proletariat, should without fail display national autonomy for the Jews on its banner and by no means be satisfied, as up to now, with demands for civil and political equal rights”; ibídem, p. 103.

[21] Ibídem, p. 104.

[22] Ibídem, p. 105.

[23] Ibídem. P. 110.

[24] Aunque no negaban que este grupo había tenido un pasado muy difícil.

[25] Henry Tobias, op. cit., p. 108.

[26] Natalia Gurvich Peretzman, La memoria rescatada. La izquierda judía en México: FRAIWELT y la Liga Popular Israelita 1942-1946, Universidad Iberoamericana, México, 2004, p. 77.

[27] La parasha es la lectura de la Biblia a lo largo de todo el año.

[28]  Institución creada en Europa del este en la que los jóvenes vivían en el mismo lugar en el que estudiaban de manera formal la religión judía.

[29] Shie Shijatov “Moishe Ferdman”, Generaciones de bundistas. [Doyres Bundistn], Farlag Unzer Tsayt, Nueva York, 1968, Vol. 3, pp. 413-415; A.J.

[30] El hasidismo es la corriente de interpretación ortodoxa y mística de la religión cuyo fundador fue el Baal Shem Tov, J. S. Hertz (ed.), “Shimen Jezior”, op. cit., p. 167.

[31] Entrevista a Víctor Tzfaz, 17 de diciembre de 2012.

[32]Entrevista a Maya Ajzen, 10 de noviembre de 2011

[33] Nachman Aks, “Ya no más Yehuda Leyb Leventhal”, en Forois, junio-julio de 1978. p. 23;

[34] Partido obrero de Unidad Marxista, partido español.

[35] El Frente obrero Internacional estaba formado por el Independent Labour Party (ILP) de Inglaterra, el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) de España, el Partido Socialista obrero y Campesino de Francia (PSOP), el Partido Socialista Revolucionario de Holanda (RSAP), el Partido Comunista de oposición de Alemania (KPO). Véase Claudio Albertani, “‘Socialismo y Libertad’. El exilio antiautoritario de Europa en México y la lucha contra el estalinismo (1940-1950)”, Edición digital de la Fundación Andreu Nin, marzo 2007.

[36] La historia de los viajes de Emmanuel Nowogrodski me la proporcionó su hijo Mayus Nowogrodski en mayo de 2011.

[37] “Sobre la discusión acerca de la relación con el problema de Palestina”, en Forois, agosto de 1948.