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entrevista
Eso también es una araña
UNA CONVERSACIÓN CON Christine Southworth · Evan Ziporyn

Un amplio equipo de trabajo del Massachusetts Institute of Technology creó el proyecto Spider’s Canvas / Arachnodrone, una pieza arácnida-sonora-visual cuyos resultados pueden comprenderse dentro de las reflexiones que buscan descolocar la visión humano-centrista del mundo.

Una araña puede no ser sólo la inspiración, más o menos metafórica, tras un proyecto artístico, sino proveer las bases estructurales para su conformación material. Puede, además, representar el cuerpo-modelo al que se aspira una vez que se deviene colectividad. Puede, finalmente, ser parte integrante del proyecto como tal: hablamos, en este caso, de la araña cyrtophora citrícola, cuyas redes (su cuerpo ampliado) fueron escaneadas para construir Spider’s Canvas / Arachnodrone, y cuyos pasos, algún día, podrían dejar su rastro en el trackpad que activa el instrumento de 1700 cuerdas ideado por un equipo de trabajo del MIT, como nos explica la compositora y artista Christine Southworth, en entrevista exclusiva con LUCA. Entrevista a la que se une el músico Evan Ziporyn, para reflexionar sobre los alcances de la traducción red-imagen/sonido que propone el proyecto. Una colectividad de mentes (como ya se aprecia desde la primera respuesta de Southworth) presentada, aquí, en una colectividad de formatos de salida: palabras, videos, música. Eso también es una araña.

En Spider’s Canvas / Arachnodrone utilizan una técnica que permite escanear telarañas y, con esta información, alimentar un modelo matemático que traduce la geometría de la red a sonido; la pieza interactúa entonces a través de un instrumento de 1700 cuerdas activado mediante de un trackpad, que permite navegar por la instalación y responder a la cercanía de ciertas cuerdas a través de la vibración. Si esta interpretación es correcta, ¿podrían ayudarnos a entender mejor la mecánica de la pieza? ¿Qué tipo de tecnología tuvieron que desarrollar para crear esta máquina lectora/traductora para arañas/redes? ¿Estuvieron involucrados como ensamble tanto en el desarrollo de la tecnología como en la escritura de la música en sí?

Christine Southworth: El modelo virtual de la red es el instrumento en sí mismo, el cual realizamos usando una combinación de software ya existente. El “instrumento” es una sonificación digital: la longitud relativa de los hilos de seda, que en este caso se traducen como las cuerdas del instrumento que determinan las notas que escuchamos cuando navegamos la red. Isabelle Su, quien recientemente recibió su doctorado en Ingeniería Civil y Ambiental en el MIT bajo la tutela del profesor Markus Buehler, modeló la red basándose en los escaneos que ella y otros colegas en el laboratorio hicieron de una telaraña tropical real, creada por una araña cyrtophora citricola, que el artista Tomás Saraceno les proporcionó. El profesor de música Evan Ziporyn tuvo la idea de trasladar el concepto creando un enorme arpa de cuerdas virtual y su compañero Eran Egozy asesoró a Isabelle para poner el modelo en un software de videojuego llamado Unity, para crear la experiencia de moverse a través de la telaraña. La posición del usuario, velocidad y punto de vista activa determinadas cuerdas y envía la información a un programa de audio llamado Max/MSP. Ambos softwares se comunican constantemente para darnos la base sonora y visual de la pieza. 

Sumado a esto, yo diseñé el ambiente físico y visual del cubo de proyección sobre el cual proyectamos el “juego” combinado con capas de imágenes y videos de otras telarañas. Para poder hacer la representación visual tridimensional y casi holográfica, usé tres proyectores que proyectan en el cubo desde fuera y nosotros cuatro (la “banda” que conformamos Ian, Isabell, Evan y yo) ejecutamos la pieza musical desde dentro de la telaraña. Ian Hattrick desarrolló la interfaz de audio y durante el concierto procesa y mezcla el sonido en tiempo real. Evan y yo improvisamos en el EWI, instrumento electrónico de viento, y en la guitarra eléctrica con E-bow.

¿Qué nos pueden contar acerca de las arañas cyrtophora citrícola que sirvieron para la creación del modelo 3D? ¿Cómo eran? ¿Qué aprendieron de interactuar con ellas? ¿Qué tipo de red construyeron? ¿Qué efecto tuvo sobre la pieza? ¿Hay algún indicio de que la interacción con las arañas está modificando la manera en la que construyen sus redes?

CS: ¡Esto ocurrió antes de que nosotros nos involucráramos con el proyecto! Tomás Saraceno y Markus Buehler estaban a cargo de las arañas en su laboratorio, pero esto fue antes de que Isabelle se incorporara al proyecto. Con respecto al trackpad sensible a las arañas, estuvimos considerándolo para alguna presentación en vivo, pero nunca lo hicimos. Es algo que nos encantaría hacer en el futuro, ya sea ponerle “botas” a una araña grande que pudiera registrar su movimiento en el trackpad, o usar una cámara con sensor de movimiento para que siga sus pasos.
 

Vemos actualmente múltiples enfoques provenientes de la filosofía y las artes, además de otras disciplinas, que buscan comprender las corporalidades no-humanas. El propio Tomás Saraceno es pionero en su trabajo con las arañas. Su obra ha sido fundamental en ayudarnos a ver el mundo a través de la perspectiva de la araña/red. Es interesante su insistencia en resaltar la red como una extensión de los sentidos de la araña e incluso, quizás, de su mente. Si descentramos nuestra perspectiva humano-céntrica, ¿podemos aprender a pensar y hacer no sólo como individuos sino como sistemas más complejos interconectados entre sí? Y, por otro lado, ¿piensan en la música como una extensión de sí mismos? 

CS:  Yo siempre he incorporado a la naturaleza en mi música y en mis piezas audiovisuales. He trabajado con abejas, rayos, lémures y vida marina. Definitivamente encuentro inspiración en la naturaleza. Y sí, pienso en mi práctica artística como una extensión de mí misma. O incluso más que eso, mi obra soy yo y viceversa.

Por otra parte, parece evidente que un proyecto como éste tiene intenciones que podríamos llamar poéticas. ¿En dónde creen que recae ese carácter poético? ¿En el proceso técnico como tal, en la propia dinámica animal que sirve como inspiración, en algún punto intermedio?

Es un proceso interesante estar dentro de una réplica visual de una telaraña específica. No pensamos que esto es literalmente la música de una araña, sino una representación musical del objeto físico de una telaraña en particular. Las arañas no tienen oídos, pero sí usan las vibraciones de sus redes para encontrar comida y para detectar algún peligro. Es quizás imposible saber realmente cómo se siente ser una araña, pero nuestro objetivo era crear algo que de alguna forma se acercara un poco más a ello, a habitar esta otra subjetividad, a comunicarnos de forma no verbal.

En el proceso de crear esta pieza nos pensábamos como si estuviéramos tocando desde dentro de la red. Como somos cuatro artistas intérpretes, con ocho brazos en total, cada vez que activamos la pieza, nos gusta pensar que colectivamente somos una araña. 

¿Cuál es la importancia para su proyecto de la contemplación estética del espectador? Si hay una traducción de la geometría de la red al sonido, ¿cuál es el papel del espectador como decodificador?

Evan Ziporyn: La traducción básica de la geometría de la red al sonido es de hecho muy literal en esta pieza, hay también una correlación visual porque las cuerdas que se activan y cómo cambian de color o se vuelven más brillantes. Si aíslas un fragmento pequeño de la red, esto se vuelve muy fácil de escuchar. Pero al ser 1700 cuerdas en movimiento constante, fotografías superpuesta, el audio siendo procesado en tiempo real y dos de nosotros improvisando de manera simultánea, quizás se vuelva un poco más difícil de ver. De hecho, cuando ejecutamos la pieza, ni nosotros mismos estamos seguros de dónde vienen los sonidos; así de colectivo es el proceso. Si nosotros no podemos decodificar por completo lo que está sucediendo, creo que no podemos esperar que el público lo haga tampoco. Pero esperamos que la lógica y la base orgánica de las relaciones subyacentes en la pieza den una sensación de coherencia y resonancia, que a lo mejor se siente de manera más profunda como consecuencia de estar inmerso en ella, casi al mismo nivel que nosotros lo estamos.

¿Qué lecciones han podido extraer con Spider’s Canvas / Arachnodrone respecto a la materialidad del sonido? ¿Cuáles son las particularidades de esa materialidad, en qué se diferencia respecto a otras? ¿Qué puede construirse con ella que otras materialidades no permiten?

EZ: El sonido es relacional, sólo existe si hay alguien o algo más para percibirlo, ya sea con nuestros oídos, si es que los tenemos, o con un aparato sensorial –como el de la araña– que nosotros no tenemos.

Nuestro instrumento/araña funciona con las mismas vibraciones simpáticas que un piano o una cítara. La diferencia es que la telaraña tiene muchas más cuerdas que cualquiera de estos instrumentos y no resuenan en el rango o en la forma en la que los humanos normalmente podemos percibir.

Nuestra cultura actual está dominada por el texto y la imagen, así que posiblemente lo que el sonido tenga para ofrecer sea su relativa ilegibilidad, el hecho que no esperamos que los sonidos que escuchamos sean inmediatamente descifrables, rastreables, así como aquello que leemos o vemos. El sonido viene de la periferia, pero las vibraciones ocurren literalmente dentro de nuestras cabezas. Esto abre la posibilidad de una empatía más profunda, más intuitiva.

Spider's Canvas/ Arachnodrone es una pieza de Ian Hattwick, Christine Southworth, Isabelle Su y Evan Ziporyn.
Los videos y audio son registro del concierto Spider's Canvas/Arachnodrone que se celebró en el MIT en febrero de 2019.
Entrevista por Nadia Baram y Guillermo García Pérez.