¿Hasta qué grado el sesgo observacional de la percepción astronómica está formado también por condicionamientos históricos? ¿Y hasta qué punto puede politizarse una ciencia que se pretende objetiva? La obra de Antonie Pannekoek reflota estas preguntas desde su compromiso marxista.
You are false images,
Faces of radiant flame;
Heart’s warmth and tenderness
And soul you cannot claim.
–Karl Marx, “Song to the Stars” (1836) [1]
En los numerosos dibujos que el astrónomo, pensador marxista y comunista-consejista holandés Antonie “Anton” Pannekoek hizo sobre la Vía Láctea en el transcurso de su vida, no es inmediatamente claro lo que observamos. El grupo de estrellas aparece como una columna vertebral manchada, a veces en un color “verdadero” (estrellas blancas sobre un fondo negro), a veces de forma invertida, con las estrellas como puntos oscuros y la “leche” de la Vía Láctea entintada. Los dibujos son simultáneamente vagos y precisos, un punto medio entre un trazo con carbón y unos rayos X.
De hecho, estos dibujos no son técnicamente sobre la Vía Láctea porque, según Pannekoek, tal cosa no es realmente accesible como una entidad puramente objetiva. Si bien en su época era ampliamente comprendido que incluso los astrónomos altamente calificados caían ante el sesgo observacional durante la contemplación de las estrellas (un fenómeno conocido como “la ecuación personal”), Pannekoek fue más allá, teorizando que lo que percibimos como la Vía Láctea es en realidad un truco visual, que emerge de la intersección de las estrellas con las personas en la Tierra que las perciben. En un artículo publicado en 1987 en un número de la revista Popular Astronomy, nuestro autor discutió el conocido problema de la inconsistencia ocular de la Vía Láctea, preguntándose si “el carácter del fenómeno galáctico excluye el hecho de que se está fijando por un encuadre” [2]. Esto no era sólo un fallo de la ciencia observacional; reflejaba lo que la Vía Láctea realmente era: una especie de ilusión óptica que cambiaba su forma dependiendo de las experiencias vividas por el espectador, su período histórico, y por cómo esas experiencias formaban los patrones que la mente construía a partir de la naturaleza fluida de la realidad. Los dibujos de Pannekoek eran, entonces, del acto de la percepción misma –una aproximación formada por sus creencias políticas.
Al igual que Marx y Engels –inspirados por Feuerbach, Hegel y Heráclito–, Pannekoek entendió que la realidad material era “una corriente continua e ilimitada en perpetuo movimiento” [3]. También creía que el cerebro humano tiene una tendencia a generar patrones fijos y abstractos desde esta fluidez, patrones que siempre son contingentes social e históricamente. Cualquier visión, incluida la de las estrellas en el cielo, por lo tanto, siempre se está haciendo y rehaciendo a sí misma en la mente del observador, de acuerdo con su fisiología individual, su psicología y las distintas condiciones materiales de su lugar y época.
A medida que las tecnologías para la creación de imágenes –como los radiotelescopios y los instrumentos de rayos gamma especializados en la Vía Láctea– se vuelven más avanzadas, la objetividad mecánica no necesariamente se vuelve más confiable. “La historia de la astronomía se ha narrado comúnmente a través de la progresión tecnológicamente determinada por una mejor y aumentada visión”, escribe Anya Ventura [4]. Sin embargo, ya que estas tecnologías descansan en una forma de recolección de datos que va más allá de la facultad de los sentidos humanos, siempre se necesitan procesos adicionales para transformar sus hallazgos en algo que podamos experimentar. Estos procesos, a menudo excluidos de las narrativas expuestas al público, están plagados de decisiones subjetivas. Las ricas vistas de turquesa, óxido, violeta y carmesí que pueblan las primeras fotos del telescopio Hubble de la NASA, por ejemplo, fueron artificialmente coloreadas, para decepción de un público que se sintió “engañado”. El sitio web del Hubble respondió que los colores artificiales permitían a los espectadores “visualizar lo que normalmente no hubiera podido ser visto por el ojo humano”. Como han argumentado Lorraine J. Daston y Peter Galison, la objetividad de la imagen científica se basa en una construcción del ojo desnudo muy poco confiable.
Por el contrario, los dibujos de Pannekoek –producidos en un período en el que el ojo mecánico estaba superando el papel tradicional del trabajo manual en la observación astronómica– representan una corriente alternativa en la creación de imágenes astronómicas, una que no rehúye la naturaleza inherentemente disputada y personal del espacio de visualización, que, al contrario, incorpora esa impugnación en su propio método. Esta forma de hacer ciencia no niega su incrustación en las condiciones materiales e históricas de la vida en la Tierra.
Vida y comunismo de consejos
Nacido en los Países Bajos en 1873, veinticinco años después de la publicación del Manifiesto comunista, Pannekoek estudió matemáticas y física en la Universidad de Leiden, y publicó su primer artículo sobre la Vía Láctea cuando aún era un estudiante. Se interesó por el socialismo al leer Igualdad (1897), la novela utópica de Edward Bellamy, tras lo cual comenzó a estudiar las filosofías de Karl Marx y Joseph Dietzgen. Sus carreras científica y política resultaron difíciles de conciliar y, eventualmente, dejó su trabajo en el observatorio tras ser reprendido por apoyar una huelga. Decidido a dedicar su vida a la política revolucionaria, se mudó a Berlín y luego a Bremen, donde publicó ampliamente, a menudo bajo un seudónimo, y dio clases sobre materialismo histórico en escuelas fundadas por el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD).
El holandés tuvo un alcance intercontinental: en los años previos a la Primera Guerra Mundial, el nombre de Pannekoek era familiar “para muchos socialistas estadounidenses cuando Lenin y Trotsky eran prácticamente desconocidos”, como señala Theodore Draper [6]. Después de la Segunda Guerra Mundial, desilusionado con los Estados socialistas, se convirtió en uno de los principales defensores del comunismo de consejos, una corriente de pensamiento que se oponía al socialismo de Estado y, en cambio, abogaba por una revolución liderada por los consejos de trabajadores. A pesar de recibir un trato favorable en El Estado y la revolución (1917) de Lenin, Pannekoek es quizá mejor recordado políticamente por su libro de 1938 Lenin als Philosoph (Lenin como filósofo), donde critica la creencia del revolucionario en “la realidad de las abstracciones” [7].
De regresó de Alemania al comienzo de la Primera Guerra Mundial, se encontró una vez más en la Universidad de Leiden, donde gradualmente retomó sus deberes docentes. Después de un cambio en la dirección de la universidad, se le propuso finalmente como vicedirector del observatorio, pero sus conocidas actividades comunistas llevaron a que el gobierno holandés, temeroso de la marea de revoluciones comunistas que se extendían por Europa, vetara el nombramiento, “como si sus actividades propagandísticas pudieran ser un riesgo para las estrellas” [8]. En 1921, fundó el Instituto de Astronomía en la Universidad de Ámsterdam, mismo que lleva su nombre actualmente.
Mapas inversos de la Vía Láctea
En la época en que lo despidieron por primera vez, Pannekoek describió los métodos de la universidad como tediosos y anticuados. La astronomía del cambio de siglo estaba comprometida con su autopresentación como una “ciencia de precisión” y redoblaba sus esfuerzos por combatir el problema de la “ecuación personal”, al construir métodos de vigilancia, monitoreo y contabilidad (en lo que William Ashworth describe como “la visión del mundo de un contador” [9]). Pannekoek, por el contrario, argumentó que la Vía Láctea se produce en la intersección de la realidad física, el ojo del observador y la forma en que la mente interpreta esta interacción. En A History of Astronomy (1951), se pregunta:
¿Qué es realmente la Vía Láctea? Hablando con precisión, es un fantasma, pero un fantasma de una riqueza tan maravillosa de estructuras y configuraciones, de formas brillantes y opacas, que, visto en las oscuras noches de verano, pertenece a las escenas más bellas que la naturaleza ofrece a los ojos del hombre. Es cierto que su centelleo es tan tenue que desaparece ahí donde el ojo trata de fijarlo –sólo lo ven los bastones del ojo, no los conos de la retina, por lo que sólo es percibido por visión indirecta; sin embargo, cuando cualquier otro destello está ausente, da la impresión de una belleza brillante. [10]
Debido a la debilidad de las estrellas que formaban la banda luminosa de la Vía Láctea, y la manera impredecible en que el ojo humano recibía su luz, Pannekoek creía que el cerebro, que tiende a la abstracción, encuentra sus propios patrones en la interacción de claros y oscuros, y que esos patrones serían diferentes dependiendo de las distintas experiencias de la vida del observador. Nuestro autor ideó entonces un método para producir lo que denominó “la imagen subjetiva media” de la Vía Láctea, compuesta de múltiples perspectivas en capa. Para lograrlo, recopiló reportes de la Vía Láctea percibidos por varios observadores, inicialmente como descripciones escritas (bajo la creencia de que era más probable que los bosquejos perdieran su precisión en el acto de dibujarse), y luego también como fotografías extra-focales, fotografías donde la placa se colocaba intencionalmente fuera del plano focal para que la luz se distribuyera de forma más completa, imitando la forma en que los ojos humanos perciben la luz astronómica. Tanto los reportes escritos como las fotografías extra-focales fueron traducidos a “mapas isofóticos”, que corresponden a la intensidad de la luz, de manera similar a cómo los mapas topográficos capturan la altura de un terreno: se trazó una línea alrededor de un área de igual intensidad luminosa; a cada línea se le asignó un valor. La imagen subjetiva media se produjo al encontrar el promedio numérico de cada línea sombreada. Una vez calculado el promedio, el propio Pannekoek convirtió los mapas en dibujos.
Desde una perspectiva contemporánea, hay algo profundamente extraño en los mapas inversos de la Vía Láctea de Pannekoek. Sus sombras son al mismo tiempo delimitadas y vagas, como las marcas que una sábana arrugada podría dejar en la piel por la mañana. Son naturalistas pero no fotorrealistas, porque su método de producción implica desconfiar de la supuesta objetividad del ojo fotográfico. Estas imágenes se dirigen hacia algo inevitablemente elusivo –un “promedio” de visiones humanas y mecánicas– y, sin embargo, lo hacen con gran cuidado y rigor.
Trabajando en un momento en que las industrias se mecanizaban cada vez más, Pannekoek, en lugar de defender el remplazo de los reportes escritos con métodos de percepción basados en máquinas, buscó una cierta forma de subjetividad colectiva, al reunir formas de ver “orgánicas” y mecánicas. Si gran parte de la historia de la tecnociencia posterior a la Ilustración puede explicarse como la búsqueda de la mecanización de la visión para aumentar su precisión y exactitud, Pannekoek se movía en la dirección opuesta, distorsionando la mirada de la cámara para aproximarla a la vista humana.
Imagen subjetiva media
Mientras Pannekoek se esforzaba por separar sus carreras política y científica, aquellos que han estudiado su trabajo de cerca –incluidos Omar Nasim y Chaokang Tai– apuntan las formas en que sus creencias políticas tiñeron sus métodos y convicciones científicas. Su noción de la Vía Láctea era marxista por naturaleza. En un panfleto titulado “Lucha de clases y nación” (1912), por ejemplo, describe una versión del materialismo histórico influenciado por Dietzgen, que otorga a la percepción una profunda importancia. “El mundo exterior fluye ante la mente como un río sin fin, siempre cambiante; la menta registra sus influencias, las fusiona, las suma a lo que antes poseía y combina estos elementos” [11]. Escribiendo en 1944 sobre un tema similar, el holandés describe los pensamientos como “entidades no independientes”, como “conexiones e interrelaciones” definidas por un proceso dinámico de movimiento, entrelazadas por condiciones materiales [12]. Para Pannekoek, entonces, “la imagen subjetiva media” de la Vía Láctea era menos un promedio estático que un proceso que capturaba la naturaleza dinámica del pensamiento, relacionada con la observación a lo largo del tiempo. Era un instante o una instantánea de un flujo más amplio que constituía toda la realidad.
En Anthropogenesis, se refiere a la habilidad humana para encontrar patrones como un “promedio suavizado”, un proceso automático de organización mediante el cual las sensaciones influirían en el pensamiento consciente al “amontonarse en las profundidades oscuras, suavizándose y amalgamándose gradualmente” [13]. Esto significaba que entre más formado estaba uno en una disciplina específica, más los patrones que identificaba se corresponderían con lo ya aprendido. Pannekoek estaba hablando de lo que ahora se llamaría “sesgo de confirmación”; aunque en el contexto de una creencia más amplia en el origen material de los pensamientos, se refería menos a una desafortunada falibilidad humana que a un aspecto fundamental de la manera en que nos relacionamos con el mundo.
La práctica científica de finales del siglo XIX y principios del XX todavía estaba fundada en gran parte por recursos privados, y una corriente subterránea de darwinismo social creó un vínculo entre la educación burguesa y el talento científico innato. Pannekoek se opuso firmemente a esta noción en Marxismo y darwinismo (1909), donde intenta demostrar que, aunque el darwinismo “sirvió como una herramienta para la burguesía en su lucha contra la clase feudal”, en realidad marxismo y darwinismo “forman una unidad” (para Marx, el trabajo de Darwin introdujo el pensamiento dialéctico a las ciencias naturales, problematizando concepciones previas del “orden natural” como una cadena fija y estable) [14]. Como sostiene Tai, el pensador también rechazó la idea comúnmente sostenida en el siglo XIX de que los científicos poseían una “excelente visión” (una habilidad innata para observar las cosas tal como existían en el mundo real) [15].
La creencia de Pannekoek en los fundamentos materiales de las ideas significaba que cualquiera podía aprender a practicar la ciencia. Si las herramientas para hacerlo fueran propiedad del proletariado en lugar de las instituciones científicas liberales, entonces la ciencia ya no estaría dominada por la burguesía.
“En una sociedad capitalista”, escribió Pannekoek, “[la ciencia] es el privilegio y la especialidad de una clase separada, la clase media intelectual”, mientras que “en una sociedad comunista todos participarán del conocimiento científico” [16].
Su rechazo a la idea de un genio científico especial no descarta el valor de la habilidad técnica adquirida. Omar Nasim ha explorado la forma en que la práctica científica de Pannekoek se centró en el oficio y el trabajo manual (lo que Nasim llama “una presencia fuerte y operativa de la mano”), destacando cómo diferentes formas de labor están involucradas en la producción de conocimiento científico [17]. Así mismo, en este sentido, el holandés trajo de vuelta a la tierra la disciplina mistificada de la astronomía (que, como escribe Nasim, “no puede darse el lujo de tener sus objetos cerca”), destacando las condiciones materiales que hicieron posibles las ideas astronómicas [18].
Una dialéctica del cielo nocturno
Aunque Pannekoek vivió y trabajó en dos vidas distintas que nunca pudo conciliar por completo, ahora se le recuerda cada vez más como un astrónomo marxista. El resurgimiento del interés en la búsqueda dual de Pannekoek parece estar relacionado con una conciencia cada vez mayor de cómo la ciencia y la violencia sistémica se intersecan, suscitando la pregunta de cómo podríamos hacer ciencia de manera diferente. ¿Cómo sería una ciencia formada por políticas socialistas? Y ¿dónde están los científicos marxistas actualmente?
La astronomía moderna está lejos de ser una actividad políticamente benigna. Su desarrollo en Europa está estrechamente ligado al surgimiento de sistemas globales de recolección, cartografía y estandarización de datos que explotan los recursos materiales de todo el globo al tiempo que posicionan a Europa como el centro intelectual del mundo. Como sostiene Alex Soojung-Kim Pang en Empire and the Sun: Victorian Solar Eclipse Expeditions, la investigación astronómica se convirtió en una forma para que los países europeos impusieran las normas y creencias científicas occidentales como verdad objetiva [19]. Era una práctica común de las universidades europeas construir observatorios en colonias del Hemisferio Sur, mismo que ofrecía una vista distinta del cielo nocturno. El propio Pannekoek se benefició particularmente de la infraestructura colonial en Java y Sumatra, en ese momento parte de las Indias Orientales Neerlandesas. Sin embargo, se podría decir que la filosofía que apuntala su trabajo, cuando se examina críticamente hoy en día, contribuye a una corriente de pensamiento científico que socava sutilmente la imposición forzosa de ciertas visiones del mundo sobre otras, legado, en gran medida, de la producción de conocimiento colonial.
Una mirada dialéctica del cielo nocturno abre un camino más allá de cualquier binarismo absoluto entre verdad y falsedad, evocando una forma de rigor y precisión científicos que no pretende presentarse como completa o incontestable. Por tanto, los dibujos de Pannekoek se remontan a una forma temprana de astronomía que, como escribe Charlotte Bigg, abrazó “un enfoque cualitativo, literario y estético, en lugar de un enfoque cuantitativo y matemático de los fenómenos” [20]. Al poner en primer plano la variedad interpretativa, nuestro autor se inclina hacia un manera ascendente y descentralizada de hacer ciencia; una que tiene el potencial de complementar las metodologías anticolonialistas y anticapitalistas.
Fue su calidad como objetos estéticos lo que primero capturó mi interés en los bocetos de Pannekoek, y supongo que esto también es lo que ayudó a que perduraran. El reino estético, para el holandés, era una manifestación de la manera en que la mente humana es capaz de construir orden a partir del desorden del cosmos. Como escribe Johan Hartle: “Esta idea de un profundo isomorfismo entre el orden cósmico, la naturaleza, la sociedad humana e incluso el sujeto individual, mantenían la promesa de una sociedad basada en un sistema autorregulado de fuerzas materiales” [21]. Las imágenes de la Vía Láctea, entonces, no son tanto imágenes del cielo como espejos cósmicos para el sujeto humano, revelando la interacción entre el individuo y el colectivo, entre el pensamiento y la materia, así como la profunda correspondencia entre arte, ciencia y política.
Traducción de Guillermo García Pérez
Este artículo se publicó originalmente con el título "Marxist Astronomy The Milky Way According to Anton Pannekoek" en The Public Domain Review [https://publicdomainreview.org/essay/marxist-astronomy-the-milky-way-according-to-anton-pannekoek] , y se reproduce bajo una licencia Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0. Si desea reutilizarlo, consulte: https://publicdomainreview.org/legal
[1] Karl Marx y Friedrich Engels, Collected Works, vol. 1 (1835–1843) (Nueva York: International Publishers, 1975), 608.
[2] Anton Pannekoek, “On the Necessity of Further Researches on the Milky Way”, Popular Astronomy 5.8 (Diciembre 1897): 397.
[3] Anton Pannekoek, “The Position and Significance of J. Dietzgen’s Philosophical Works”, introducción a Joseph Dietzgen, The Positive Outcome of Philosophy, traducción de Ernest Untermann (Chicago: Charles H. Kerr & Co., 1906), 33. Citado en Chaokang Tai, “Left Radicalism and the Milky Way: Connecting the Scientific and Socialist Virtues of Anton Pannekoek”, Historical Studies in the Natural Sciences 47.2 (2017): 247.
[4] Anya Ventura, “‘Pretty Pictures’: The Use of False Color in Images of Deep Space”, InVisible Culture 19 (Octubre, 2013).
[5] Lorraine J. Daston and Peter Galison, Objectivity (Brooklyn: Zone Books, 2007), 115–183.
[6] Theodore Draper, The Roots of American Communism (Nueva York: Viking Press, 1957), 65–66. Citado en Serge Bricianer, Pannekoek and the Workers’ Councils, traducción de Malachy Carroll (Saint Louis: Telos Press, 1978), 1 n.1. El eslavista H. Schurer fue tan lejos como para argumentar que el crédito de ciertos principios formulados por el leninismo pertenecen a Pannekoek. Ver su “Anton Pannekoek and the Origins of Leninism”, The Slavonic and East European Review 41.97 (June 1963): 327–344.
[7] Ver el artículo de Alex de Jong en Jacobin para un recuento más completo de la evolución de las ideas políticas de Pannekoek
[8] Ver Bricianer, Pannekoek and the Workers’ Councils, 33.
[9] William Ashworth, “The Calculating Eye: Baily, Herschel Babbage and the Business of Astronomy”, The British Journal for the History of Science 27.4 (1994): 409.
[10] A. Pannekoek, A History of Astronomy (Nueva York: Interscience Publishers, 1961), 474.
[11] Anton Pannekoek, “Class Struggle and Nation” (Reichenberg, 1912).
[12] Anton Pannekoek, Anthropogenesis: A Study of the Origin of Man (Amsterdam: North-Holland Publishing Company).
[13] Pannekoek, Anthropogenesis.
[14] Anton Pannekoek, Marxism and Darwinism, traducción de Nathan Weiser (Chicago: Charles H. Kerr & Co., 1912).
[15] Chaokang Tai, “The Milky Way as Optical Phenomenon”, en Anton Pannekoek: Ways of Viewing Science and Society, eds. Chaokang Tai, Bart Van der Steern y Jeroen van Dongen (Amsterdam: Amsterdam University Press, 2019), 234.
[16] Anton Pannekoek, “The Intellectuals”, traducción de Micah Muer, International Council Correspondence 1.12 (Octubre de 1935).
[17] Omar W. Nasim “The Labour of Handwork in Astronomy: Between Drawing and Photography in Anton Pannekoek”, en Anton Pannekoek: Ways of Viewing Science and Society, 250.
[18] Nasim, 256.
[19] Alex Soojung-Kim Pang, Empire and the Sun: Victorian Solar Eclipse Expeditions (Palo Alto: Stanford University Press, 2002).
[20] Charlotte Bigg, “Staging the Heavens: Astrophysics and Popular Astronomy in the Late Nineteenth Century”, en The Heavens on Earth: Observatories and Astronomy in Nineteenth-Century Science and Culture, eds. David Aubin, Charlotte Bigg, and H. Otto Sibum (Durham: Duke University Press, 2010), 308.
[21] Johann Hartle, “Cross-Fading the Milky Way”, en Anton Pannekoek: Ways of Viewing Science and Society, 295.