Cuando te pregunten
de dónde eres,
diles que tu nombre
fue arrancado de la boca sin dientes
de una mujer de guerra.
Si un caracol se encuentra con otro, quién va a ser el macho y la hembra depende de una serie de circunstancias, no son machos o hembras a priori. Lévi-Strauss afirma que la distinción entre el sentido literal y el metafórico es como el sexo de los caracoles.
Y aún antes de que nada sucediera, pude ver la imágen de la cabeza golpándose, el cuero cabelludo estrellarse una y otra vez contra las irregularidades del piso, la cabeza perforada, la sangre espesando los pelos. (...) y después, puro, el rojo, manchándolo todo.
Voy a seguirlo hasta que mi depredadora sombra humana ya no oscurezca de terror el agitado caleidoscopio de colores que le mancha la profunda fóvea del ojo brillante.
Hay un lazo muy estrecho entre la metamorfosis de la identidad que sobreviene con la herida y el relato de dicha metamorfosis, como si la plasticidad de la escritura reparara la herida a medida que ésta, al repararse a sí misma, alimentara la escritura.
El lenguaje siempre es ambivalente. Sus formas mutan y se conectan de maneras inesperadas. Es difícil de instrumentalizar, pero creo que es mejor explorar sus potenciales que seguir utilizando un lenguaje que ya expiró.
En ningún lado hay más cielo que en otro. Tan brutalmente oprimida por el cielo está la nube como la tumba. Tan en las nubes está el topo obnubilado como la lechuza que agita sus alas. Aquello que cae al abismo cae del cielo al cielo.
¿Qué nos subleva? Una serie de fuerzas: psíquicas, corporales, sociales. Con ellas transformamos lo inmóvil en movimiento, el abatimiento en energía, la sumisión en rebeldía, la renuncia en alegría expansiva.
¿Puede que haya vidas con comunicaciones extrañas a las nuestras, con formas invisibles para nuestras percepciones? ¿No se pueden imaginar nubes pensantes? ¿Soles inteligentes?
En cambio, cuando habla Sócrates, me pasa algo extrañísimo, no sé bien qué: es una sensación arrebatadora parecida a un ataque al corazón, parecida a bailar: las noches que uno baila como en trance y al verse en el espejo se descubre llorando.
Bajo el signo del movimiento, las aventuras estético-políticas del espíritu humano se vuelven una rama de la física.
Contra la fábula del Progreso, fantasmas nos guían a través de vidas y paisajes embrujados. Contra la vanidad del Individuo, monstruos resaltan nuestra simbiosis.